Sónar Barcelona 2025: el hype que no esperaba y la fiesta que necesitaba
Sónar 2025
Llegaba a mi primer Sónar con ganas contenidas. No porque no confiara en el festival, sino porque venía de semanas acumulando cansancio y con el cuerpo más cerca de la siesta que del club. Aun así, entré en Fira con la mente abierta… y salí completamente renovado. No exagero si digo que ha sido una de las mejores experiencias festivaleras que recuerdo.
Lo primero que me descolocó (para bien) fue el sonido. En cualquier escenario, desde cualquier punto, se escuchaba increíble. Nítido, con cuerpo, sin saturaciones ni huecos muertos. Da igual si estabas en la pista, en un lateral o tomando aire: sentías cada subgrave como debía ser. Y cuando un festival consigue eso, ya tiene medio camino hecho.
Desde que entrabas hasta que salías, era un no parar de descubrir joyas y disfrutar sets tan bien conectados que parecía que alguien estaba pinchando para ti. La programación estaba tan bien equilibrada que no importaba si conocías a todos los artistas: sabías que donde fueras, ibas a acertar. Y eso es oro.

Musicalmente, viví momentazos que se me quedan grabados. Lo de Skrillex b2b Blawan fue directamente una barbaridad: energía, técnica y riesgo en estado puro. Richie Hawtin volvió a demostrar que sigue siendo un maestro del control y la tensión. Y lo de Hiroko Yamamura fue el típico set que empiezas viendo de lejos y acabas cerrando los ojos en primera fila. Hamdi y MCR-T reventaron sus escenarios con sesiones cargadas de adrenalina, y tanto Dixon como Aerea nos regalaron esa contundencia elegante que tan bien manejan. Mención especial para Cora Novoa, impecable de principio a fin, con una narrativa sonora tan clara como poderosa.
Y lo mejor de todo, el ambiente. Porque sí, Sónar sigue siendo un lugar donde se va a bailar, no a posar. Nada de egos ni postureo. Gente entregada, con la única intención de vivir la música y disfrutar del viaje. Y se notaba. Ese espíritu de comunidad, ese “estamos todos en lo mismo”, es lo que hace de este festival algo especial. Fue como resetear la cabeza y reconectar con lo que de verdad te hace amar la electrónica: la música bien hecha, la gente de verdad, el aquí y ahora.

A nivel de cifras, el festival cerró con 161.000 asistentes, 7.000 más que el año pasado, y más de 1.400 artistas y profesionales entre música, tecnología y arte. Pero si me quedo con algo, no son los números: es con esa sensación de haber vuelto a disfrutar como un niño.
Y sí, ya han anunciado lo que viene: Sónar 2026 se muda a Fira Gran Via, con un formato completamente renovado que unificará Sónar de Día, de Noche y Sónar+D en un solo espacio. Una nueva etapa. Y si todo va como este año, no pienso perdérmelo por nada del mundo.
Era mi primer Sónar. Ahora entiendo por qué nadie se lo quiere perder.